martes, 3 de septiembre de 2019

Retornos

Las travesías náuticas son, en algunas ocasiones, impredecibles. El mar puede mostrarnos escollos geográficos o atmosféricos con los que no contábamos. Ballenas como la de Melville o cetáceos blancos como los de Bradbury pueden hacer que nuestras naves demoren su llegada a puerto más de lo previsible. Pero al fin llegamos a lo largo de este verano. 

Repuestos los víveres, la tripulación y la carga de nuestras carabelas, volvemos a botar los navíos hacia los océanos de este curso. Muy pronto os informaremos de los horarios de nuestra vuelta prevista para finales de septiembre. Mientras, os dejamos con la poesía que resultó ganadora el pasado curso en el XV Concurso Literario Villa del Duero. La autora es Carmen Peña, amante de todas las artes, como todas las olas de este mar, y nos acompaña en el taller de escritura de Ciguñuela.

SOLO UNA NANA

No quiero discursos largos, exceso de letanías.
Cántame una nana, tibia,
que me envuelva en el letargo de una sonrisa,
que mis labios se cierren y no escuchen los susurros internos de la noche
que se deslizan por mi garganta como un torbellino y necesita expulsarlos.
Cántame una nana, leída, 
donde las palabras se resbalen como una balada.
Cántame una nana a cielo abierto,
donde acompase el ritmo con la cadencia del mar en calma,
donde las olas rocen en caricia la arena, grana fina. 
Cántame una nana, dulce, que impregne el aire con olor a azahar en noche de
primavera.
Cántame una nana que deposite en mi boca el aroma a violeta, y que
desaparezca el olor a cedro, que no se perciba el incienso,
que no haya velas, ni cirios, ni luz artificial a mi vera y aparta de mí las coronas
y los largos lirios. Solo quiero margaritas naranjas, blancas y amarillas envueltas en racimos de jazmines. 
Y cántame esa nana, para hacer mi marcha serena.

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