miércoles, 14 de diciembre de 2016

Barrio Maravillas

Casi terminando el año (aunque empezando el curso), retomamos el hilo de nuestra navegación con un ejercicio que hicimos la semana pasada sobre las fábulas. En este caso, el texto es de la compañera Silvia Mancha, del municipio de Ciguñuela.

BARRIO MARAVILLAS

En mi barrio los gatos quieren zapatos. Cansados de botas, sueñan con Manolos negros de tacón para noches de tentación. Noches negras donde cucarachas culonas salen a filosofar de esto y aquello y, entre trago y trago, descansan sus inquietas neuronas y se ponen a bailar. Pepi, Luci, Bom y otras moscas del montón preparan sus mudas, bañadores y flotadores incluidos para ir a tocar los cojones a tierras más cálidas. Al contrario que la familia Urracardasian, que prefiere lucirse en el crudo invierno y en Muu-Tube, donde nos desvelarán si hoy han ido al salón de belleza o a misa de gallo. Un viejo toro jubilado, melómano y ecologista, recicla y hace mucho ruido. Ahora protesta con ahínco por terminar con la fiesta de la rosa y el libro. Y las rapaces, poetas y carroñeras, están enfrente. «¡No a reciclar! ¡Carroña para el pueblo!», son algunas de sus consignas. Además, lobos solitarios, conejos sin prisa y sin pausa, ratones dentistas y ratas presumidas, ranas principescas venidas a menos, murciélagos porretas y muchos más. En mi barrio Maravillas hay muchos árboles, rincones, aceras, farolas y portales donde yo marco mi territorio dejando gotas y aromas de mi gran humanidad.