miércoles, 11 de abril de 2012

Entre bosques

Fuente: 

Siguiendo la propuesta de Víctor Moreno en su libro El deseo de escribir (Editorial Pamiela, 2004), en el Taller de escritura sugerimos inventar un bosque. Como dice el autor, en los cuentos infantiles tradicionales siempre aparece enmarcando la acción, pero pocas veces se dan detalles de cómo es ese bosque. Caperucita transita por ese lugar, los niños se pierden y encuentran casas de chocolate, los duendes y hadas se cobijan en ellos, pero en pocas versiones hay detalles de esos bosques.

Aquí os dejamos textos de las olas de este mar que emergieron en este Taller:
 
El bosque

Me adentro en ti. Bajo mis pies, una alfombra de tornasoladas hojas me recuerda que estamos en la estación que mejor te sienta. Los rayos de un descarado sol penetran en tu espesura, pintando claroscuros que se posan aquí y allá. No en vano, tus ocres, naranjas, verdes, tus intensos rojos y amarillos, inspiran la paleta envidiosa del artista. Hasta el más codiciado perfume persigue el aroma de tus flores.
Sigo caminándote. Una melodía cautiva mis sentidos: un coro de pájaros y la brisa meciendo tus helechos, hojas y enramadas, interpretan una maravillosa sinfonía.
Observo el liquen aún húmedo de rocío, adornando los troncos de tus árboles en cuyas erectas ramas anidan los polluelos que mañana se lanzarán a la vida... estrenarán sus vírgenes alas. Un sinfín de matas, arbustos, trepadoras, hierbas, rellenan cada hueco, cada trozo de ti.  
Te quiero, bosque. Te necesitamos. Te precisa la fauna que cobijas. No sucumbas a la avaricia del furtivo, que se lucra desnudándote, desposeyéndote de tus más preciados tesoros.
Gracias, bosque. Sin ti nada sería posible.

Rosy Val

Descripción de un bosque

Enormes acebos de copa esférica derraman sus hojas hasta el suelo en una cascada de un verde oscuro tan intenso que en la sombra se confunde con el negro. Algunos están salpicados de pequeños frutos rojos, como árboles de Navidad adornados; creo que son las hembras.
Juntos descienden por la suave pendiente del monte como un ejército de gigantes en extraña formación. No están alineados y, sin embargo, se respetan las distancias entre ellos. Inabarcables masas verdes de pequeñas hojas brillantes, fuertes y apretadas, de bordes punzantes, acostumbradas al clima duro, siempre a la defensiva, avanzan por la ladera.
No hay ramas que cubran el sol y tamicen la luz, no elevan sus brazos al cielo, los dejan caer sobre el pasto. A vista de pájaro, parecen gigantescos balones esparcidos sobre un plano ocre verdoso, donde la hierba ralea y la tierra se va adueñando del espacio. 
Acebal de Garagüeta en Soria.

Ana Melero

Mi bosque animado
Siguiendo la senda que llevó a Hansen y Gretel a la casita de chocolate, penetro en el oscuro bosque donde el lobo feroz habita. Los verdes líquenes que parasitan los árboles me indican el norte. Unas veces soy Caperucita jugando al escondite entre las rocas que saltan riachuelos; otras me visto para matar, y montada en mi escoba esquivo las ponzoñosas espinas de las zarzas. No hay veredas claras en la espesura y el sol se difumina entre las copas para no despertar a Blancanieves de su envenenado sueño entre tamuja, helechos y margaritas. La manzana que causó el daño la recogió Eva produciendo con su gula la expulsión del paraíso. Allá camina desnuda y aterida arrastrando los pies por la hojarasca, mientras le llegan en sordina el lamento de sus hijos. Un gigante juega, camuflándose entre el follaje, a las escondidillas con un hada que, haciéndose la tonta, hace ver que no ve nada…
Rosa M.
Bosque
Fuente: http://www.lutjapon.com/los-bosques-en-el-japon/

Las hojas tapizan el suelo. La humedad se huele. El aire ligero acaricia mi piel. Mientras, mis pasos se amortiguan en las hojas yermas. Una lluvia leve cae a ratos, siento su presencia en mi cara.
Es un bosque hondo, denso, la luz se tamiza entre las ramas, siento su presencia, ahora me ofrece paz.
Atardece, en poco tiempo la luz se tornará en negrura y entonces me llenaré de inquietud. Aprieto los pasos mientras las currucas buscan cobijo. Poco a poco el silencio se cierne sobre el arbolado, y como Pulgarcito busco los guijarros que me lleven a casa. No los veo.
Nada más turbador que la noche aquí dentro. Detrás de cada árbol se esconde una amenaza.

José M. Rodríguez
                                                    
Un bosque especial

Dejando mi pueblo atrás (Codesal), cruzo la carretera y allí está, viendo pasar los siglos como testigo impasible de la historia, el roble centenario del cementerio (emblema de nuestro pueblo).
El grueso tronco sujeta los enormes brazos que componen la frondosa copa del roble. A sus pies, la era ofrece pasto para ovejas y cabras, mientras un pastor perezoso se dispone a disfrutar de un buen bocadillo de chorizo (muy típico de nuestra tierra).
La laguna, las escasas aguas cubiertas de diminutos nenúfares sirven de cobijo para las ranas que nos amenizan las noches de primavera y verano.
A la izquierda, un valle repleto de robles da sombra y cobijo a una gran variedad de setas, principalmente el boletus edulis, apreciado por su valor culinario. Los hongos cautelosos asoman sus coloridos sombreros entre la gran alfombra de hojas secas que cubre la cañada.
En toda la comarca, el roble común es el árbol más destacable. Su troco es rugoso, con una piel casi desquebrajada en la mayor parte de su vida. La copa se hace ancha irregular, con ramas tortuosas, nudosas y acodadas. Sus hojas son caducas, dentadas y acorazonadas, y proporcionan buena sombra para los pastos.
A la derecha, un serpenteante camino nos ofrece diferentes muestras de pequeñas especies de monte bajo y matorral, como la retama, con sus singulares flores papilionáceas amarillas. Subiendo un pequeño montículo, la vista se fija en un casi mágico mosaico de brezo, una planta de más o menos un metro de altura, muy ramosa, con flores de aspecto acampanado de color blanco o rosado morado. Tanto por sus colores como por sus olores, es imposible que al paseante le pase desapercibido.
Si giro la cabeza a la izquierda, puedo ver a lo largo del camino una robusta pared primitiva de piedra cubierta de musgo. Servía para resguardar un abanico de cultivos: trigo, cebada, remolacha, patatas y hortalizas. Los cuales eran el sustento para las personas y animales durante todo el año.
Concluyo mi paseo sentándome en una roca y contemplando la Sierra de la Culebra, que delimita España y Portugal. Justo frete a mí está Peña Mira, el pico más alto de toda la región. Desde allí podemos divisar la poblada fauna: ciervos, conejos, liebres, jabalíes y, con un poco de suerte, algún lobo, ya que estamos en la mayor reserva del lobo ibérico de la Península.
Bebo agua en la fuente del merendero, con la satisfacción de saber que el paseo ha merecido la pena.

Isabel Garrido 

6 comentarios:

  1. Un paseo muy refrescante por los diferentes bosques.

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  2. Mi hermana, que tiene una mano especial para la literatura, me ha regalado en estos días: “Espejos. Una historia casi universal” de EDUARDO GALEANO. Yo, que tengo una fe ciega en sus criterios, he dejado a un lado mis lecturas y he empezado con “Espejos”. Me dijo que no era una novela, pero que estaba muy bien incluso para releer de cuando en cuando. Es cierto, es una obra diferente, mezcla entre ensayo, relato, crónica…con un lenguaje poético. Y es cierto está muy bien.

    Por el tratamiento que da a las mujeres a lo largo de toda esta obra le he beatificado, por el análisis y la reflexión sobre el ser humano le he canonizado. Ahora Eduardo Galeano está en mi santoral, el día 10 de abril para mi es el día GALEANO.

    Cada uno de los textos de “Espejos” es profundo, inteligente, reflexivo y mucho más. Para muestra transcribo uno de ellos, no él mejor, ni el más poético, ni el más interesante, tan sólo uno de ellos:

    EL DIABLO ES POBRE

    En las ciudades de nuestro tiempo, inmensas cárceles que encierran a los prisioneros del miedo, las fortalezas dicen ser casas y las armaduras simulan ser trajes.
    Estado de sitio. No se distraiga, no baje la guardia, no se confíe. Los amos del mundo dan la voz de alarma. Ellos, que impunemente violan la naturaleza, secuestran países, roban salarios y asesinan gentíos, nos advierten: cuidado. Los peligrosos acechan, agazapados en los suburbios miserables, mordiendo envidias, tragando rencores.
    Los pobres: los pelagatos, los muertos de las guerras, los presos de las cárceles, los brazos disponibles, los brazos desechables.
    El hambre, que mata callando, mata a los callados. Los expertos, los pobrólogos, hablan por ellos. Nos cuentan en qué no trabajan, qué no comen, cuánto no pesan, cuánto no miden, qué no tienen, qué no piensan, qué no votan, en qué no creen.
    Sólo nos falta saber por qué los pobres son pobres. ¿Será porque su hambre nos alimenta y su desnudez nos viste?

    EDUARDO GALEANO - “Espejos. Una Historia casi universal” (2008)

    Un saludo. Ana
    P.D. Muy bellas las imágenes y la música para esos textos vegetales animados.

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  3. No se con que bosque quedarme, todos tienen algo diferente que lo hacen especial. Enhorabuena

    un abrazo

    fus

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    1. Gracias Fus, por tu visita. ¿Por qué no nos dejas tu bosque? Seguro que tienes alguno en la cabeza. Un abrazo

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  4. mi bosque esta en el recuerdo de mi niñez cuando nos contaban aquellos cuentos que todos conocemos caperucita pulgarcito donde siempre habia ogros malos lobos feroces que se comian a las personas y te llenaban de temor y angustia
    poco a poco ante la perdida de la inocencia los bosques han dejado de ser nidos de personajes tenebrosos y se han convertido
    en lugares maravillosos donde todos tus sentidos se despiertan yte impregnan de colores y olores siempre recuerdo
    entre muchos a un paraje en LA SIERRA POBRE DE MADRID CERCA DEL HAYEDO donde me quede paralizada al ver esa varidad de colores
    y me rendi a lLA MADRE NATURALEZA

    UN GRAN CANTO A LA NATURALEZA ES LA CARTADEL JEFE INDIO SEATTLE AJAMES MONROE
    PRESIDENTE DE LOS ESTADOS UNIDOS EN 1854
    esta carta la conservo desde los primeros talleres y la tengo en un sitio donde cada poco tiempo pueda disfrutarla
    como es muy larga pondrre un pequeño fragmento

    Pero¿como podeis comprar o vender el cielo o el color de la tierra?
    ni el frescor ni el brillo del agua son nuestros
    ¿como podrian ser comprados?
    Teneis que saber que cada trozo de esta tierra es sagrado para mi pueblo
    la hoja verde , la playa arenosa, la niebla del bosque, el amanecer entre los arboles los pardos insectos son sagradas experiencias y memorias de mi pueblo
    nuestros muertos nunca se alejan de la tierra, que es la madre
    somos parte de ella y la flor perfumada, el ciervo, el caballo y el aguila majestuosa, son nuestros hermanos´´´´´´´


    UN GRAN CANTO DEL QUE TODOS DEBERIAMOS APRENDER



    TEO

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  5. He terminado de leer "Tiempo d Arena"he buceado unos días dentro de el, y luego me cuesta salir a la superficie, me gusta su manera, ó el tiempo en cuenta las cosas,las pasadas como presentes, y lo actual como pasado,bueno esto puede parecer un galimatías, pero así me hacia sentir, historias bienm de ficción ó autobiográficas, que me arrancan de mi mundo para llevarme al suyo, en el cual me encuentro tan agusto,ahora lo está leyendo Gonzalo y ansiosa estoy que acabe para comentarlo.
    Esta lluvia insistente, que nos trae desánimo y triteza,así la siento pero, lo maravillosa que es para mis flores y plantas, que la perdono, y hasta la llego a ver con cariño,siempre que no dure demasidos, y nos pongamos verdes, como los habitantes de Macondo, de Gabriel García Marquez, en Cien años de Soledad.
    Teresa

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