Desde el principio de este
curso, iniciamos un proyecto que se llamó «El correo del mar». Este año se propuso
trabajar, de una forma pormenorizada, el género epistolar, aquel tan
en desuso que nos remite a tiempos pretéritos. La sociedad corre a una
velocidad que hace anacrónico el uso de cartas postales, se prioriza el
correo electrónico o el uso del WhatsApp, así como las redes sociales en todas sus formas.
En ese contexto, se propuso en
clase habilitar un cuaderno en el que cada semana una ola de este mar se
hiciera cargo de una carta. Este soporte se convertía así en un mensaje en una
botella de nuestro mar, pues el cuaderno viajaba de mano en mano entre cada
tripulante.
En cada uno de los grupos de
escritura (y también en las Aulas de Cultura, adaptado a las distintas
situaciones), ese cuaderno viajero iba rotando por cada una de las personas de
los diferentes grupos.
Llegó el confinamiento y, con
él, las cartas del correo del mar se quedaron en la casa de la persona que le correspondía durante aquella semana.
Los talleres de escritura
siguieron teniendo sus clases online y este blog volvió a coger fuerza con
muchas nuevas historias y diarios de abordo, que cada cual tuvo a bien compartir
desde sus hogares.
Hace pocos días, en una de
estas clases se propuso retomar este cuaderno de forma virtual y compartir las
nuevas cartas a través del blog. Sirva esta nueva entrada para
compartir algunas de estas cartas de ese cuaderno varado allá por el mes de marzo.
Queridos todos de nuestro Mar de Incertidumbres:
ResponderEliminarTengo el testigo del correo del Mar. Me quedé con la tarea de reiniciar una segunda vuelta epistolar, y cumplí el cometido para un jueves que nunca llegó. Eran tiempos de asumir, gustoso, la oportunidad de pasearme por debajo de la mesa. Tal vez rozaría, en ese subterráneo viaje, algún tobillo con estas manos, hoy consideradas impuras.
Anoche ví en la tele la película sobre J. D. Salinger, autor de "El guardián entre el centeno". vinieron recuerdos del pasado curso. La verdad, durante estos angustiosos días no me olvido de vosotros, aunque lo parezca. Sois faros activos, Y sé que os gustaría divisar también el mío encendido. Perdonad. Entre ser un analfabeto de las tecnologías digitales y mostrar poco interés en remediarlo, parezco un ensimismado caracol.
Decía que tengo el cuaderno del Correo del Mar. Y este tener parece un poseer. Posesión de un regalo de cada uno de vosotros, y la oportunidad que me dais de seguir escribiendo cartas hasta rellenar todas las páginas del block. De momento, yo vuelvo a reincidir con una segunda carta. Igual que al principio de la primera ronda.
Llevamos cuarenta y tres días de confinamiento. No pensaba que la cuarentena llegara a ser tan larga. No obstante, estoy medio contentillo. Medio por, ya se sabe, y contentillo porque he terminado de pasar a máquina "La Cega a tientas". De pasar a máquina no es lo mismo que terminar, ni mucho menos. El proceso de corrección siempre es un coñazo. El río fluye tan cansino como una eterna cuarentena. Cuarenta días me han llevado transcribir noventa y tres folios de vagas divagaciones sobre la experiencia de un viaje. Probablemente no me encuentre más que en la segunda escala del recorrido. La primera, la fase de tachar y salvar algo de milagro, me ocupó ocho meses. Seis cuarentenas pero sin cuarentena. Doscientos cuarenta días de inocente felicidad navegando por el Río Cega. Luego vendría esta segunda estación en la que me hallo. Supongo que en la próxima me encontraré con el destino definitivo (si no naufrago en el intento de salvar la corrección en su totalidad).
Con Cariño
Jesús
SIN LA "A"
ResponderEliminarCARTA A UN DESCONOCIDO (SIN LA LETRA A)
No recuerdo tu nombre pero se que los conocimientos que tenemos escribiendo nos vienen del mismo profesor, mejor te lo digo en femenino.
Se que escribes un libro y como reflexion te digo que es sencillo y posible tener ilusión de escribir siguiendo los consejos que se nos exponen .
Espero que pronto nos informes de que pones "fin" en tu libro.
Puede ser que con el tiempo nos crucemos en un recodo del sendero en el que convivimos.
Me despido de ti diciéndote que te respeto y me embeleso con tus escritos.
Marifi.
Carta a Fernando Simón.
ResponderEliminarSeñor Simón:
Hace tiempo que no llamo señor a nadie, quizás porque ya no se guardan las formas y cualquiera dice un "palabro" en público y se queda tan ancho.
Con pesar le diré que lo veo envejecer y no es para menos. No debe ser fácil dar todos los días la cara públicamente, teniendo que tomar decisiones en tiempo real y con tanta presión, porque ¡son demasiados los muertos, hay mucho sufrimiento!
Luego están los "especialistas" que tanto abundan, los pseudoperiodistas y algunos de esos que llaman señorías y que sólo saben inocular odio. No se limitan a hacer una crítica lógica y argumentada sobre su trabajo, sino a insultar de la forma más ruin y canalla, le han dicho, entre otras cosas: siniestro, indecente, psicópata, doctor muerte, mamarracho, negligente... lo que digo, odiadores en busca de sus intereses, que no soportan no ser ellos los que decidan.
Conozco a una persona que, ante tantas barbaridades, decidió hacer una especie de escultura dedicada a usted, en particular, y a la gente que trabaja para que nuestra vida sea más fácil en esta pandemia,
que nos tiene amarrados a la incertidumbre. Sé que, dada sabrá apreciar la buena intención, aunque dicha escultura esté hecha de piezas recicladas. Los días de viento gira como un derviche y tiene sonido de campana.
Me consta que mucha gente, yo también, apreciamos esa manera suya de ser y explicar las cosas con la sencillez que le caracteriza. Lo admiro por su trabajo de ayuda humanitaria, entre otras cosas, le doy las gracias por su trabajo, y le pido que siga así. Nos hacen falta gente como usted. Ya lo decía Bertolt Brecht:
Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles.
¡Un saludo!
Rosa Vicente.
Epistolar sin la "A"
ResponderEliminar~ Escrito en tus ojos ~
Quiero referirme por todo lo que hiciste en nuestros momentos pretéritos.
Sólo tú fuiste el único que conseguiste que venciese mis vicios y miedos, viese los sueños que siempre quise tener y lejos del infierno, escribir el cielo con tu nombre.
Siempre te diré lo bien que estuve contigo.
El cómo superé todo, lo tengo escrito y escondido en el pozo de los deseos.
Soy feliz lejos de ti. Espero que tú estés contento por irte.
Me despido sin un beso, ni un guiño, sólo quiero presente y por supuesto, futuro.
Te quiero y no te olvido.
Irene,siempre fiel.
PD. Encontré mi reflejo , pero como tu refugio, ninguno
Querida amiga:
ResponderEliminar¡Quién nos iba a decir hace un par de meses que pasaríamos de dejar de vivir a solo existir! ¡Nunca pensé que esto pudiera pasar! Siempre supe que una piedra existe, pero es evidente que no vive. No digo que nuestra existencia sea como la de un objeto, pero nuestra vida ha bajado tanto sus expectativas que, hasta los pequeños detalles, se convierten en verdaderos acontecimientos. Recuerdo cuando, cada jueves, al volver a encontrarnos, nos saludábamos con un abrazo y un par de besos. ¡Ahora lo echo tanto de menos!¡Pienso cada día en el momento de retornar a aquello! Mientras tanto tenemos que aprender a vivir de otra manera. Es preciso que todo esto nos sirva, no debemos resignarnos a que acabe la pandemia y sigamos siendo tan frívolos, tan egoístas y tan consumistas como éramos. ¡Debemos cambiar tantas cosas! Para empezar, nuestra escala de valores. ¿Hay algo tan necesario como el calor humano! Coincidirás conmigo en que, por mucho Facebook, Instagram, Twitter,…nada es comparable al hecho de sentir un achuchón como es debido. Y es que ante todo somos sentimiento y eso no podemos perderlo. Hay que reforzarlo y valorarlo como es debido. También necesitamos comprender el significado de nuestro paso por el mundo. Muy optimista no soy, creo que tú tampoco. Pienso que los de los barrios Salamanca seguirán a lo suyo, ¡Nos lo están demostrando! Su mundo no tiene que ver nada con el nuestro. Pero nosotros debemos intentar que eso cambie. Cuando escucho las noticias me saca de quicio, ya sé que a ti también, que siempre terminen hablando del estado de la bolsa: que si el Ibex, el índice de Milán, el de Usa,.. ¿Me pregunto qué a cuántos de nosotros les interesa eso? Sin embargo, a esos, los de arriba, sí les interesa. Se juegan mucho, tan solo especulando, y sus acciones lo compran todo. Al resto nos influye de una manera tan sutil que no somos conscientes de ello. Recuerdo cuando de niño jugábamos a pillarnos y decíamos, ¿La bolsa o la vida? Esa es la bolsa que nos tiene atrapados y que mercadea con nuestras vidas. Por eso es preciso cambiar, para llenar esa bolsa de Justicia, de Solidaridad, de Esperanza, de Libertad,. Y sobre todo de Amor. Todo eso es lo importante para que nuestra existencia vuelva a ser Vida.
En fin, ya sé que te estoy resultando pesado, pero soy así, y sé que a ti te gusto cómo soy.
Tuyo siempre
Pompeyo
P.D.Escribe pronto y cuéntame cómo te estás desescalando sin mis abrazos y mis besos
Coment-ario??. No. No soy ario. Ni siquiera sé de qué raza soy. Y además no importa. En esta curiosa realidad de la existencia lo único que debiera interesarnos es conocer cada uno a sí mismo y a los demás...para convivir en este viaje lo más a gusto posible. Como si de un viaje en tren se tratara, compartir el trayecto con el mejor humor y el mejor amor del que seamos capaces. Luego...cada cual se apea en el destino. Por suerte o por lástima ese dato no viene detallado en el billete. Buen viaje a tod@s.
ResponderEliminarTordesillas a 22 de mayo del 2020.
ResponderEliminarQueridos compañeros de travesía en este mar de incertidumbres en el que estamos navegando. Estoy ante una hoja de papel en blanco donde quiero dejar que mis pensamientos y emociones queden plasmados en esta carta.
El día 11 de marzo tuvimos el ultimo taller físico con celebración del cumple años de un compañero.. Como íbamos a pensar ese día que tardaríamos tanto en volver a reunirnos en las
Casas del Tratado.
Tenemos suerte con la tecnología moderna que nos permite tener las clases por vídeo conferencia todos los miércoles. Lamentamos no estar todos conectados ya que nos enriquecemos unos con otros al compartir nuestros escritos.
El virus que ha acampado entre los humanos hace que cambie nuestro modo de vida. Es como si estuviéramos dentro de una película apocalíptica donde luchamos por sobrevivir y salir victoriosos a pesar de los que van quedando en el campo de batalla. Quiero ser positiva y veo el amor entre las familias, personas que desinteresadamente ayudan a los que lo necesitan y como se avanza hacia soluciones que llevan a la desaparición de la pandemia con la esperanza de que lo vivido nos haga mejores personas.
Quiero agradecer a la "profe" y a cada uno de vosotros lo fácil que hacéis el que todos naveguemos en la misma dirección haciendo la travesía instructiva, amena y alegre.
Gracias también por ese WhatsApp tan activo donde comenzamos compartiendo todas las mañanas con un "buenos días" con el que abrimos una ventana a la amistad, al compañerismo y a la esperanza.
Antes de terminar quiero hacer un homenaje y reconocimiento a esos dos grandes luchadores que tenemos en el grupo que son un ejemplo a seguir por todos nosotros, Milagros y Alfonso, los siguen María José e Isabel y recordando los achaques conocidos de cada uno me viene a la memoria el dicho popular "Virgencita, Virgencita que me quede como estoy"
Concluyo esta carta visualizando los abrazos y besos que compartimos para saludarnos en el taller.
Siempre a vuestro lado
marifi.
CARTA A LA ESTUPIDEZ
ResponderEliminarNada estimada estupidez:
Te escribo cuatro letras para comentarte algo que me lleva preocupando largo tiempo, pero que se ha acrecentado últimamente.
Yo sé que aquí, en este País en concreto y por su propia situación geográfica, se vive muy bien. Además, me consta que te afincaste hace ya rato. Pues bien, tengo que decirte que va siendo hora de que te traslades, porque últimamente no nos sienta bien que andes divagando por toda la geografía, especialmente por algunos lugares (antes tampoco, a ver si me entiendes, pero esto ya es insostenible). Varias personas, de ciertas zonas, se han emborrachado tanto contigo como de ti, lo que conlleva un riesgo para otras personas que “beben” más de la sensatez.
Sinceramente creo que envejecer no te está sentando muy bien y deberías plantearte la jubilación e irte de vacaciones allí donde te aprecian; también es altamente recomendable que os encerréis a cal y canto. Por eso te pido encarecidamente que tengas en cuenta estas palabras. Reflexiona por una vez y por el bien de todos.
Sin más, se despide de ti.
Katy Cuesta Cano
Pd. ¡Ah, y si se te ocurre moverte a otro sitio (sin tiempo y sin espacio) llévate a todos con viento fresco!
Olombrada, mayo de 2020
ResponderEliminarEstimados/as compañeros/as del Taller de literatura de Viloria:
Hace casi ya tres meses que todo se detuvo de repente, pero el tiempo aparte de relativo, que eso lo dejo para el debate científico, es sin duda psicológico y por ello a mí me parece que ya hace un lustro. Transcurren los días como barrera descorazonadora y terrible enemigo del ser humano, y se escurren entre los dedos como los relojes de Dalí.
Una vez oí decir a alguien que todo podía cambiar en un segundo y creo que se equivocó siendo posible aún en nanosegundos… El tiempo, ¡Qué dimensión tan grande y pequeña a la vez!
Disponemos de uno para nacer, otro para seguir cumpliendo y otro irreparable para fenecer. La vida y ciclo de una mariposa, es toda una viveza, enorme; la nuestra corresponde a otro ciclo, y la de la formación geológica de una roca, a otro. Y sin embargo no hay nada que los separe en lo concerniente a la sustancia más pura del propio hecho temporal. Sin duda, no somos en una gran parte conscientes del tiempo vivido, casi de la misma manera en la que no lo es, una roca que se convierte en arena, hasta el momento en que de súbito, se detiene el cronómetro en una burbuja. Esta, la de hoy, es una burbuja de incertidumbre, tan grande como todos los Océanos terrestres y recubierta de un espeso aislante que angosta los sentimientos. ¿De qué sirven el resto de cosas, si no podemos compartirlos? Si de algo podemos sentirnos únicos, es precisamente de ellos, imprescindibles en el día a día, pues no estamos hechos únicamente de minerales como si fuésemos rocas, aunque a veces no nos demos cuenta del trascurso de la vital erosión que sedimenta en arenas el devenir de nuestros mañanas.
Escuché también un día decir a alguien, que es imposible tocar a una rosa, sin que una estrella se viera afectada… es muy probable pues creo sin duda en la conexión de las cosas. Me pregunto qué estrella habrá estallado hoy para que surja un cometa de virus que recorre toda la Tierra, o qué ejercito humano ha contaminado de sobreexplotación nuestro planeta para que seamos una amenaza… No lo sé compañeros, no tengo la menor idea, pero hay algo que nos está dando una lección y debemos tomar constancia colectiva de ello…
Hoy solo sé que echo de menos la cercanía, echo de menos vuestras risas, vuestras ocurrencias y disertaciones, vuestra alegría y buen compartir, vuestra complicidad con las palabras e incluso con otras que a veces se inventan para transitar en la existencia. Esos momentos de una tarde de jueves viendo pasar las estaciones, son irremplazables con ninguna otra forma.
Debemos cambiar muchas cosas, estamos obligados. Algunas de ellas grandes y deben darse esos cambios desde lo más alto de las instituciones, no podemos seguir viviendo, matando los ecosistemas que nos acogen, sembrando de máscaras la naturaleza, dando la espalda a todo aquello que nos da de comer, de beber y nos permite respirar.
Espero que el miedo a la enfermedad, no nos traiga amarras de intolerancia y sin razón que enclaustren nuestra libertad, por otra parte, deseo infinito se encuentre pronto una cura, a la enfermedad, pero también una vacuna contra la necedad humana.
Deseando que llegue un tiempo en el que volver a compartir desde la cercanía. Recibid mi más caluroso abrazo. Morix
Queridos tripulantes:
ResponderEliminarHan transcurrido muchas horas de navegación desde la última vez que me dirigí a vosotros. Mucho ha acontecido desde aquella lejana fecha.
Y ya estamos a pocas yardas de arribar a puerto.
Cuando comenzamos el viaje no podíamos ni imaginar que al igual que le ocurrió al Titanic íbamos a estar a punto de hundirnos. Esta vez a causa de un enemigo diminuto e invisible. ¡nosotros que nos considerábamos invencibles!
La naturaleza nos enseñó de nuevo que no era así.
No sé si todo esto nos ha hecho más fuertes o nos ha enseñado algo.
Quiero pensar que sí.
Ahora toca regresar al hogar debemos descansar para preparar la nueva travesía que espero nos lleve de nuevo a explorar islas imaginarias.
Hasta entonces solo deciros ADIOS Y GRACIAS. Un placer como siempre navegar a vuestro lado.
Macu (Tordesillas)
CARTA
ResponderEliminarCompañera de taller,
Hace tanto que no hablamos que no se cómo empezar. Pensaba hacerlo como si el último encuentro hubiera sido ayer y, hoy, retomáramos la charla donde la dejamos, en una pausa de respiración. Es lo que solía hacer en otro tiempo; aquel en el que las clases tenían una frecuencia asimilada y, los sucesos, la coherencia de las historias de autobiografía inventada, rebosantes de consumo interno, de diálogos ácidos y atardeceres bonitos; cuando el tic-tac era un diapasón para un micro de diez minutos con música de fondo entre piedras regias.
Lo he intentado. No encuentro el hilo, no sé donde lo dejamos. Ahora tengo la cabeza desmadejada, llena de ruido. Necesito cerrar los ojos y aislarme un tiempo. Siento que soy el inocente retrasado que se balancea adelante y atrás en su silla, en medio de una habitación llena de gente que grita verdades de mentira; rodeado de personas que no se pueden oír unos a otros porque dejarían de escucharse a sí mismos. Se mueven a mi alrededor sin verme porque soy el idiota que no tiene culpa de haber nacido… y a mí me estallan en la cabeza (el ruido y la furia) los cuerpos desprovistos de humanidad, la piel hundida en las costillas, las colas interminables de la necesidad separada metro y medio, el saludo fascista, los nobles y sus manos blancas de venas azules en sus mesas, las de pedir para el cáncer, dando leche y aceite a los desheredados. La familia no ficticia posando, cual pintura de Velázquez, con luto desusado para el pincel de pixeles; la dolorosa, de rímel estéticamente corrido, levitando transida; la bandera pirateada cruzada por dos palos de golf; también me dinamitan. Me dinamitan el corazón, el estómago y el cerebro.
Desde otra dimensión, va y viene una voz rota desgajando cifras que nadie quiere creer, porque los números tienen los dientes afilados y pueden arrancarte de un mordisco las creencias.
El ruido me crece dentro hasta arder. Cuando ya no puedo más, las palabras que hierven salen atropelladas, golpeadas, rotas, descompuestas, amputadas de significado, sus apéndices mutilados unidos en sonidos irreconocibles resbalan en mi impotencia, mi rabia y mi dolor.
Me hace heridas el roce de las frases hechas, de los “todo el mundo sabe”, “como no podía ser de otra manera”, “esto debe servirnos para…” y ese pensamiento único transmitido como muletilla de la vida por los que se consideran mejores, o sea todos, me roba las ganas y las palabras. Enmudezco. Busco un tiempo perdido para encontrar la fórmula elegante que describa bien mi problema, el problema. Sé que la solución tiene raíces complejas, que hay que buscarlas fuera del campo real. Hoy no puedo, me muevo en lo irracional sin fuerzas para dar el salto a lo imaginario. Tal vez mañana, con una rodilla en tierra frente a un ejército de película, cese el ruido en mi cabeza y pueda continuar nuestra conversación interrumpida.
Bueno, compañera, la carta sólo era para decirte que estoy bien y que espero que a al recibo de ésta tú lo estés también. Que te recuerdo con afecto y un poco de nostalgia… Pero ya ves, se me ha ido de las manos como algunos personajes de nivola.
Cuídate. Cuidemos de tod@s.
Gracias, Ana. Tu carta es una delicia aunque sea duro leer cómo te sientes. Además aun siendo frase echa no puedo evitar decirte que te echamos de menos.
EliminarMarta
Coronamemorias~
ResponderEliminarTras casi tres meses sin salir de este cascarón, navegando a través de la mente, que por cierto es como mejor se viaja a todos los mundos habidos y por haber...
He hecho varios másteres:
Uno en dibujo, con el que me he pasado las horas muertas, pintando desde este lado de la ventana.
Otro en lectura, con más de ocho libros que me han servido para viajar gratis a infinidad de lugares y ponerme en la piel de innumerables personajes.
Sobresaliente obtuve en escritura creativa, a través de una clase semanal, en la que aparte de aprender numerosas técnicas del microrrelato, disfrutar de este arte para todos los sentidos, pues se podía ver, oler, degustar, tocar y hasta oír todo lo que susurraban las palabras.
Realicé también cursos avanzados en bicicleta estática y en estiramientos corporales todos los días.
Eso sí, avalados por la "Universidad de la Vida ", y no por la Juan Carlos I.
Además, he puesto mi alma en paz y me he conocido más a mí mismo. " El síndrome de la cabaña" me está atrapando y no quiero salir de esta isla. Ya veis, antes no paraba quieto aquí metido. Me he reinventado. La resiliencia ha hecho que cambie todo lo anterior, deseche lo banal y me quede con lo que realmente tiene valor (cada instante, cada momento... Antes, la velocidad y el ritmo que llevaba no me dejaba ver estas cosas...
... Llego a la conclusión, de que si nos habrá servido de algo este confinamiento para reflexionarnos (yo soy bastante pesimista y creo firmemente que seguiremos como antes). Somos Australopitecos ¡qué le vamos a hacer!, está en nuestros genes comportarnos así, por eso nos movemos en el ciclo de nunca acabar (guerra - paz).
Alfonso
Año 2020
ResponderEliminarQue raro se me hace todo.
El cuaderno de bitácora se llenó de anotaciones de todo lo que hasta ahora ha ido sucediendo en ésta distopica travesía.
Que vaivén de sucesos tan absurdos como reales.
Hemos o nos han varado en una playa incierta, donde nos recubrimos de un miedo palpable aderezado de incógnita...
A la espera de que la tormenta amainara, y que la fuerza del astro rey nos fortaleciera con su inmenso calor.
Seguimos intactos. Es lo único que realmente importó e importa
Con esta convicción más de uno de nosotros hicimos balance de los momentos por los que hemos ido desmigando horas, días y hasta meses de nuestra vida, ésta la que sin saber aun muy bien nos obligaron a hacer un paréntesis.
Dejamos de navegar con el viento a favor. Nos vimos confinados con la esperanza por bandera, la ilusión impoluta de que todo volviera a ser lo que considerábamos “normal”.
Los ateos más de uno intentamos rezar a cualquier creencia, nos aferramos a la buena estrella que nos ha ido guiando. Por mucha niebla que encontrábamos a nuestro paso, con los mares envalentonados escupiendo su furia, queriendo encrespar nuestras olas.
Y a pesar de la tempestad pasada y las próximas que han de llegar, seguiremos embistiendo los miedos, las zozobras o las posibles desilusiones (que también con ellas contamos) y seguiremos con nuestra ruta marcada.
El destino de momento es algo indeciso (todo es llegar a un buen entendimiento y seguro lo lograremos)
No seremos la armada invencible. Somos algo aún mucho, mucho, mucho mejor...
Un buen compendio de seres atípicos, donde hemos ido tejiendo el respeto, convertido en afecto. ¿Qué seria yo sin mis baluartes? Sin vosotros. Nunca os haréis una idea de lo mucho que para significáis cada uno de mis estimados compañeros de tripulación.
¿Capitana o comandante? Esta será la cuestión próxima a tratar, el cargo o titulo de nuestra profe...feliz y confortable travesía.
Edgar Morín dijo: navegamos en un mar de incertidumbres, entre islas de certezas. Pero las certezas son tan efímeras...están tan adheridas al devenir de los impulso de la vida..
Navegó en este mar de incertidumbres y nos dejó la riqueza de sus palabras.
Se me olvido firmar
ResponderEliminarPero no sé donde lejé mi sello con el lacre
Queridos amigos: Os llamo así, por el vínculo que hemos creado todos los jueves en el taller.
ResponderEliminarEcho de menos:
La experiencia de Manuela.
La originalidad de Jesús.
¡Qué bonito escribe Bea!!.
El cariño de Rosa.
El buen hacer de Chuchi.
La escritura simpática de Sara.
La sonrisa de Pompeyo.
Los comentarios de Kati.
Los relatos de Morix.
A Maite por ayudarme a llamarme Carma.
El pensamiento de Lourdes.
Los hermosos dibujos de Puri.
A Rosa poetisa, te echamos de menos.
El ingenio de Santi.
A Silvia que ya conoceréis.
Sí nos ha cambiado la vida. Termino con esto que escribí en los días aciagos.
El tiempo son los latidos del corazón, es un reloj de arena marcando los minutos, segundos, momentos e instantes.
A veces es paliativo, a veces es vigoroso y a veces perdido, se escapa a nuestro control, a nuestro ritmo. Fluye como el agua, vuela como la cometa que se deja mecer por el aire.
Vuelvo a la realidad, al tiempo presente a esas sonrisas desdibujadas tras las mascarillas, quieren aflorar, pero la mordaza no las deja brotar. A esos ojos tristes que miran y no ven, que saludan pestañeando para impedir que se escapen las lágrimas.
Adivinos, chamanes, pitonisas, nadie vino a explicar que esto era una guerra.
Es tiempo de despejar telarañas, de desempolvar los libros y encontrar pequeños tesoros escondidos entre sus páginas. Flores secas que han perdido el aroma, poemas de amor, viejas cartas.
Levanté la mirada fatigada y contemplé la sonrisa amplia de mi hijo, sacaba de las hojas de un manuscrito una lámina gritando es el abrazo, era el momento oportuno.
Cuando los cimientos de la sociedad se tambalean, cuando se había perdido la ilusión Genovés nos volvió a sorprender, recordé sus palabras: el cuadro es del pueblo, la pintura es muda, pero está gritando siempre.
Veo al contemplar la obra, mujeres y hombres libres ganando la batalla, recobrando la esperanza.
No lo dudéis ni un segundo todo es tiempo. Llegará el día de los abrazos.
Carma (Taller de Viloria)