viernes, 10 de abril de 2020

'Cuentos de los días raros'


Cuentos de los días raros


Este es el título de uno de los libros de José María Merino publicado por Alfaguara en 2004. Sus palabras siguen latiendo en este abril tan incierto. En su contraportada dice esto: «Los quince cuentos de este libro nos hablan de esos días raros, siempre al acecho para traernos la fascinación o el desasosiego de lo imprevisto, de lo misterioso, de lo fatal y mostrarnos que puede esconderse tras las imágenes de lo cotidiano».


Yo añadiría que «esos/estos días raros», los de ahora, encierran no solo desasosiego y búsqueda de lo misterioso, sino también de lo bello, de los encuentros virtuales inesperados, de los rasgos de humor entre conversaciones, de los anhelos detrás de las nubes y ventanas, de la ternura, de la empatía entre humanos, de los descubrimientos de todo aquello que nos hace sentir mejor, porque ya hay bastantes espacios involuntarios de lo fatal que nos llegan allá por donde miremos.


Os sugiero continuar el texto que transcribo a continuación, que constituye el comienzo de uno de estos cuentos de José María Merino. Dice así:

Dejar de percibir el significado de las palabras es la más desdichada enfermedad que le puede aquejar a un lingüista. Esto le había sucedido un día al profesor Eduardo Souto, y con ello se inició para él un largo periodo de confusión y delirio. La oscuridad de las palabras en que no conseguía identificar otra cosa que la pura acumulación de los sonidos que las componen, le llevó a buscar en los ruidos naturales el sentido que ya no era capaz de hallar en aquellas. Persiguió el murmullo de los arroyos y los golpes en el oleaje, intentando encontrar en su azaroso rumor las señales de un mensaje certero. […]

La propuesta es continuar este cuento y compartirlo en este espacio en la sección de comentarios.

13 comentarios:

  1. Ahora sentía de otra forma las palabras, aunque ya no sabía nombrarlas. Le llegaban por las ondas, las cazaba con un caza mariposas, después las ordenaba en el aire e iba reescribiendo su vida. Su niñez fue muy solitaria, sus padres no querían que se mezclara con otros niños, decían que no estaban a su altura. Le gustaba especialme el capítulo de cuando era niño, veraneaban en un pueblo de la costa, el mar era lo mejor, cuando nadaba le parecía que volaba.
    Los días nublados no eran buenos para atrapar palabras, se le antojaba que la lluvia era como líneas verticales y las letras se escurrian por los sumideros. Pero aún así le encantaba mojarse,a veces, cogia alguna mayúscula, a estas les gustaba la humedad.
    Luego llegaron aquellos hombres y lo obligaron a subir al coche. No recuerda los días que estuvo dormido. Ya no puede salir solo a la calle y se siente perdido entre gente que no conoce, ni sabe q esperan se él.
    ROSA VICENTE

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  2. Palabras. Qué es eso?

    Y allá que me fuí, esperando poder encontrar su respuesta.
    Comencé por mis alrededores, escuchando el canto de los pájaros, el sonido del agua o el repiqueo de mis pisadas.
    Salí a recorrer el mundo, buscando más allá, comenzando por el estruendoso ruido de los motores del avión, el resquebrajar de los glaciares o las atronadoras cascadas, pero nada de nada.
    Y cuando menos me lo esperaba, postrado en mi lecho de muerte, todo cobró sentido:
    El verdadero significado de la vida, depende de la manera en que lo hayas escrito.

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  3. Continuación del cuento.
    Persiguió el murmullo de los arroyos y los golpes en el oleaje intento encontrar en su azaroso rumor las señales de un mensaje certero.
    Subió a las montañas mas altas, y escucho el silbido del viento, y quiso identificar alguna onda sonora
    Trepó por los árboles más longevos, y a través de sus hojas le llegaron nuevas melodías…
    Se sentó a la orilla de una fuente y escucho los sonidos más sutiles…
    Pero no podía componer ninguna palabra.
    Se me ocurrió un experimento; Coloqué cierta cantidad de arena sobre una placa de metal, puse varias resonancias como música y sonidos armónicos, en el mismo espacio que la arena y ¡surgió la magia! De la arena surgieron nuevos sonidos y delicadas palabras, era como un sueño… El experimento tuvo lugar cerca de la habitación de Eduardo Souto, donde se encontraba recluido lleno de confusión y delirio. Abrió aquellos ojos cansados de buscar sonidos en la oscuridad de sus palabras. Se puso en pie y eufórico levanto los brazos en señal de victoria.
    Había llegado la luz, la música, y, las palabras.

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  4. Certeras no eran las señales del dial...Este objeto, mi única compañía empezaba a envejecer. No me enviaba mensajes, sólo palabras, sílabas, Leyres deshilachadas...En sus pocos momentos de lucidez. Veía mensajes que mi compañera escupía con asco, como si ya, jadeo remitiese a otros sucios tiempos. Letras.
    Pilar (Tordesillas)

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  5. "PAZ EN LA TIERRA"

    ......Escaló montañas y preguntó al viento, a las aves migratorias que llegaban sin papeles ni necesidad de ellos. Le tomó tiempo escuchar la angustia del planeta, el vómito eruptado por sus bocas de volcán, los temblores sísmicos y febriles, terremotos ahora interpretados como un dolor de entrañas (de ahí el ascenso del mercurio y las alucinaciones). Se arriesgó al diagnóstico. Reconoció el virus y le puso nombre. Pero fue imposible aislarlo por completo en sus casas-jaula de puertas abiertas. Pájaros sin alas cantando en los balcones. Relojes de cuco dando las ocho. Hámsters humanos girando en la rueda intentando conservar el músculo, no perder la cordura, la paciencia, las ganas de escapar, salirse de los límites e invadirlo todo de nuevo y como siempre.
    ¿Cómo no mutilar sus orejas, taponar sus oídos, cercenar su sexo y con él la vergüenza de perpetuar la especie de esta falsa "Humanidad", negarse a ser testigo y cómplice de tantos abusos y vejaciones a la Madre Tierra?

    Se precipitó una tarde de abril desde un acantilado al silencioso océano.
    Beatriz Gómez (Viloria)

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  6. Estaba leyendo un cuento de José María Merino que comienza así...
    Dejar de percibir el significado de las palabras es la mas desdichada enfermedad que le puede aquejar a un Lingüista. Esto le había sucedido un día al profesor Eduardo Santo, y con ello se inicio para el un largo periodo de ...
    Al llegar a este punto me vino a la memoria mi prima María (la llamare así ya que no la he pedido permiso para contar su historia) es una gran mujer y extraordinaria lectora con una buena biblioteca de la que yo me he surtido infinidad de veces.
    Hace unos días hable con ella y después de ponernos al día me transmitió su pesadumbre....Era incapaz de centrarse en la lectura, como el profesor Eduardo Santo no percibía el significado de lo que leía, no sentía placer en la lectura. Su voz se quebraba mientras me contagiaba su pesar.
    Ayer volvimos a hablar, su voz era distinta y lo primero que me dijo...
    _Ya estoy leyendo y ha sido gracias a mi nieta.que me pregunto
    _¿Abuela que libro estas leyendo?
    Yo la conteste
    _¡Ninguno, no puedo leer!
    Después de explicarla como me sentía me propuso leer las dos el mismo libro y después compartir lo leído.
    Hemos leído (yo releídos) "El principio" y ya estamos terminando "Historia de una maestra" .
    Es una experiencia sorprendente y gratificante, vuelvo a leer con interés y disfruto al hacerlo y espero con ilusión el compartir con mi nieta lo leído.
    Me alegre con y por María agrediéndola que comparta conmigo.
    Marifi (Tordesillas)

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  7. LAS PALABRAS

    Abrí los ojos, y no lograba recordar donde me encontraba, era una habitación en penumbra, me incorporé con dificultad y paso a paso llegue a la ventana con cuarterones que impedian un atisbo de luz, fuí despejando despacio, a esos gigantes de madera, y empezó a tomar forma el espacio. La claridad surgió, no sin dificultad pues unas rejas gruesas se lo impedian. Sonaron dos golpes suaves en la puerta y una voz pedía permiso para entrar. Una joven con bata blanca, se presentó como doctora Carmen. Al ver mi extrañeza, trató de explicarme el motivo de mi estancia allí. Comentó que estaba en el parque muy agitado y gritando palabras inconexas, no acertaba en la vocalización, como si su mente fuera barrida por el viento. Empecé a tomar conciencia de mi situación. Vivía en un mundo lleno de letras, y las palabras estaban vacías. Por eso fué mi angustia, conocer los fonemas y no poder materializarlos. Después de la merienda, me acompañó la doctora al jardín. Allí pude comprobar mi error, la vida no era solo letras. Tuve que volver a mis orígenes par evocar el llanto, oir el susurro de la madre tierra, el viento , la tormenta, el amor .
    Todo aquello era la magia de las palabras.
    Carma (Viloria)

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  8. CONTINUACIÓN DEL CUENTO DE JOSÉ MARÍA MERINO

    Pero no lo consiguió.
    Supo entonces que toda esa serie de vocales unidas esa acumulación de sonidos que bullían en su cabeza no tendría nunca sentido sino eran recibidos por alguien. Por primera vez se dio cuenta que estaba solo entre esas cuatro paredes rodeado únicamente por un montón de libros, una gran compañía no cabía duda, pero inútil en ese momento. Por eso aquella mañana tomo su sombrero y su abrigo franqueo la puerta de lo que hasta ese momento constituía su refugio y salió al rellano. Solo dos silabas pronunciadas frente al hijo de su vecina bastaron para que todo tomara el significado que el había buscado.
    ¡Hola! le contesto el niño con una gran sonrisa en sus labios.

    MACU (TORDESILLAS)

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  9. CONTINUACIÓN DEL CUENTO DE JOSÉ MARÍA MERINO

    Dejar de percibir el significado de las palabras es la enfermedad laboral más común que le puede aquejar a un lingüista.
    Descomponer y derivar palabras; pasar del morfema puro, mediante enlaces sufijos y prefijos, a formas dotadas de significados más sutiles; conferir después la energía suficiente a esta nueva unidad para que, traspasada la barrera del sonido rebotando, vibre en una membrana interna con la emoción de un estremecimiento, una lágrima, una subida del color o simplemente una mirada interrogativa, requiere tal nivel de especialización y control que en el lingüista Eduardo Souto provocó lesiones léxicas. Mermada su capacidad para distinguir las matizaciones fónicas de un mismo grupo de letras o gráficas de un mismo conjunto de sonidos fue olvidando el significado de las palabras… Y con el significado las emociones.
    Tanto los síntomas como el tratamiento de este tipo de dolencia han sido ampliamente estudiados por epidemiólogos, novelistas, otorrinolaringólogos y periodistas especializados en titulares color NODO.
    Se trata de una indisposición temporal, generalmente no contagiosa, que requiere el ingreso hospitalario del paciente durante al menos una estación. El tratamiento obliga a aislar del lenguaje hablado y escrito a la persona enferma. De ahí la necesidad de mascarillas y distorsionadores de voz del personal sanitario y familiares. En la práctica supone la desconexión total de ironías, dobles significados, eufemismos, hipérbolas, metáforas, anglicismos (tan de actualidad). Vamos, Una de desintoxicación idiomática en toda regla. Se trata de volver a los sonidos originarios, entendiéndose por ellos los no fabricados por el hombre de forma consciente; como por ejemplo: el ulular del viento, los trinos de los pájaros, el llanto de un bebé, el chisporroteo de la lumbre, la percusión de la lluvia… todo aquello que entra en el cerebro y no necesita ser descompuesto en unidades más simples.
    Nuestro lingüista, Eduardo Souto, hombre entregado a su profesión, necesitó las cuatro estaciones para su recuperación. Sin embargo, y debido a que ingresó en un avanzado estado de contaminación acústica y visual (sobre todo por los bocadillos de whatsapp), le quedaron como secuelas una afasia permanente de las “s” finales de palabra y cierta tartamudez en la escritura de las preposiciones.
    Dejó su profesión de lingüista, ahora prefiere jugar con números. Se afana con las estadísticas, dice que tienen menos carga emotiva. Ya veremos lo que piensa cuando tenga que doblegar una curva o, simplemente aplanarla.

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    1. Estupendo, Ana. Gracias por compartir esta continuación del cuento con un relato de plena actualidad. Aplanaremos y doblegaremos, eso seguro.

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  10. PALABRAS
    Tuvo que profundizar más. Seguir buscando en una pisada, en destripar con sus propias manos un terrón de tierra, fijar su mirada en la charca donde el zumbido de los mosquitos lanza melodías infinitas, tareas en los agotadores días de búsqueda.
    El cansancio hizo que se sentara y el sueño se apoderó de él. En su duermevela veía cómo de sus manos se desprendían letras que él quería atrapar, pero el viento se las llevaba.
    Cuando despertó, comprobó, al abrir sus manos que nueve estaban ahí, las unió y con ellas formó la palabra ESPERANZA.
    CRISTINA PONCELA (TORDESILLAS)

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  11. Continuación del relato de José María Merino

    …En su empeño llegó a desarrollar un oído tan fino que era capaz de diferenciar el nadar de una trucha del de un lucio. Se especializó en los sonidos que emitían los insectos y así descubrió su lenguaje. Sabía cuando una mariposa estaba en celo o cuando un mosquito tenía necesidad de saciar su hambre. Ya no le preocupaba la lingüística, de hecho no recordaba nada de su trabajo. Estaba totalmente ausente de la labor docente. Sólo vivía por y para los sonidos de los insectos. Siguiendo el sonido del aleteo de un diminuto mosquito, descubrió una colonia agrupada que le dejó hipnotizado. Aún seguiría allí si no hubiera sido porque un senderista lo encontró y lo llevó a un centro asistencial. No pudieron sacarle ni una palabra, sólo emitía extraños sonidos que nadie entendía. Los expertos dedujeron que tenía una apraxia sobrevenida por exceso de tensión en su trabajo.
    Cada mañana salía al jardín para dar un paseo. Así los cuidadores se quedaron maravillados cuando, después de que el profesor emitiera sus extraños sonidos, un grupo numeroso de mariposas se posara en sus manos con pasmosa naturalidad y sin ningún temor.
    Desde entonces el profesor fue reclutado por el CSIC donde investiga para identificar los sonidos que emiten los coronavirus con la esperanza de descubrir sus pautas de comportamiento.
    Pompeyo Velasco (Viloria)

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