Las pasadas semanas trabajamos en los talleres de escritura textos del libro de Alberto Corujo Corteguera. Volaron los pingüinos entre las olas, se deslizaron entre la marea y nos dejaron textos ácidos, irónicos, abstractos, con un cuidado lenguaje. De uno de ellos, «Trofeo», salieron montones de palabras de las que ahora os dejamos algunas muestras:
TROFEO
Ahí
estaba, frente a mí. Hacía ya tres años
que había desaparecido, aquella noche de fiesta desmedida, en la que los dos
hicimos tantas locuras. Mi amigo y quinto Dani 25. No era el mismo, aunque
había menguado un poco y estaba claro que no le habían pillado en su mejor
momento, no me costó reconocerlo. Seguía teniendo ese original y único tatuaje
de Popeye sujetándosela para mear. Quise acercarme a él, pero el camarero que
estaba a su lado, detrás de la barra, me lo impidió. Un par de lágrimas se deslizaron
lentamente por mi rostro mientras lo miraba y pensaba en las ironías de la
vida. Siempre presumió de su tamaño, de
su musculatura y, qué curioso, eso era todo lo que había quedado de él. Allí
estaba su orgullo, al lado de todas esas
otras pollas, metido en un frasco de formol como un objeto más de decoración,
en la inauguración de ese bar de copas llamado El Laboratorio. Sin poder dejar de mirarlo, cogí mi móvil y... le hice una foto de recuerdo.
Mayte Cuadrado Valle (Ciguñuela)
|
Texto del libro El vals de los pingüinos, de Alberto Corujo |
TROFEO
Apenas
quedan objetos en la vitrina del salón. Desde que se separaron, ella ha ido
deshaciéndose de ellos. Cada mañana, después de desayunar y mientras va
caminando por el pasillo con su cigarrillo recién encendido, humeando como el
tren que se lo llevó para siempre, ella elige mentalmente cuál de sus recuerdos
acompañará a las cáscaras vacías de sus media(s) naranja(s). Hoy pensó en
aquella horrible copa que él ganó en el torneo de damas.
Beatriz Gómez (Viloria)
TROFEO
Llevaba tres noches
acomodándose como podía en el sillón del hospital. Desde que Juan había
ingresado por una arritmia y le habían colocado un stend, sabía que la
situación era crítica. "Pronóstico reservado”, cómo odiaba esas palabras.
Óscar estaba convencido
de que llegar una mañana con el trofeo le devolvería a su padre la sonrisa
que se había escapado por la ventana del quirófano.
El jueves se levantó temprano,
hizo algunas elongaciones y partió a la maratón. Llegó a la meta, con un
esguince, pero llegó.
Cuando entró a la
habitación, tres médicos trataban de reanimar a Juan. Dejó la medalla de
bronce sobre el sillón.
Por primera vez, esa
mañana percibió el dolor que le producía el esguince.
Eloisa Callejón (Ciguñuela)
TROFEO
Ayer lo vi a la salida de El Ibérico, un bar de copas.
Desde la primera vez que me miró, supe que le reconocería en cualquier lugar.
Tengo mi habitación empapelada con su fotografía. Me senté en el adoquín de la
acera a la espera de su salida. Esa noche de verdad jugaríamos.
Hoy, en el laboratorio, me encuentro absorta mirando
el nuevo contenido del frasco con formol.
Carmen Peña Andrés (Ciguñuela)
TROFEO
La herencia le había convertido en una persona realmente
rica: seis lujosas mansiones, un bosque milenario y una suculenta cantidad de
dinero en un paraíso fiscal. Sin embargo, su felicidad dependía de aquella
mujer. A ella no le importaban sus posesiones y constantemente le rechazaba. Él
nunca lo entendió.
Ella solo buscaba al hijo que alguna vez había sido y que
la herencia le arrebató.
Pompeyo Velasco (Viloria)
Muchas gracias al autor por hacernos llegar su libro, y a todas las olas de los talleres por los textos que han salido de sus plumas.