miércoles, 11 de abril de 2012

Entre bosques

Fuente: 

Siguiendo la propuesta de Víctor Moreno en su libro El deseo de escribir (Editorial Pamiela, 2004), en el Taller de escritura sugerimos inventar un bosque. Como dice el autor, en los cuentos infantiles tradicionales siempre aparece enmarcando la acción, pero pocas veces se dan detalles de cómo es ese bosque. Caperucita transita por ese lugar, los niños se pierden y encuentran casas de chocolate, los duendes y hadas se cobijan en ellos, pero en pocas versiones hay detalles de esos bosques.

Aquí os dejamos textos de las olas de este mar que emergieron en este Taller:
 
El bosque

Me adentro en ti. Bajo mis pies, una alfombra de tornasoladas hojas me recuerda que estamos en la estación que mejor te sienta. Los rayos de un descarado sol penetran en tu espesura, pintando claroscuros que se posan aquí y allá. No en vano, tus ocres, naranjas, verdes, tus intensos rojos y amarillos, inspiran la paleta envidiosa del artista. Hasta el más codiciado perfume persigue el aroma de tus flores.
Sigo caminándote. Una melodía cautiva mis sentidos: un coro de pájaros y la brisa meciendo tus helechos, hojas y enramadas, interpretan una maravillosa sinfonía.
Observo el liquen aún húmedo de rocío, adornando los troncos de tus árboles en cuyas erectas ramas anidan los polluelos que mañana se lanzarán a la vida... estrenarán sus vírgenes alas. Un sinfín de matas, arbustos, trepadoras, hierbas, rellenan cada hueco, cada trozo de ti.  
Te quiero, bosque. Te necesitamos. Te precisa la fauna que cobijas. No sucumbas a la avaricia del furtivo, que se lucra desnudándote, desposeyéndote de tus más preciados tesoros.
Gracias, bosque. Sin ti nada sería posible.

Rosy Val

Descripción de un bosque

Enormes acebos de copa esférica derraman sus hojas hasta el suelo en una cascada de un verde oscuro tan intenso que en la sombra se confunde con el negro. Algunos están salpicados de pequeños frutos rojos, como árboles de Navidad adornados; creo que son las hembras.
Juntos descienden por la suave pendiente del monte como un ejército de gigantes en extraña formación. No están alineados y, sin embargo, se respetan las distancias entre ellos. Inabarcables masas verdes de pequeñas hojas brillantes, fuertes y apretadas, de bordes punzantes, acostumbradas al clima duro, siempre a la defensiva, avanzan por la ladera.
No hay ramas que cubran el sol y tamicen la luz, no elevan sus brazos al cielo, los dejan caer sobre el pasto. A vista de pájaro, parecen gigantescos balones esparcidos sobre un plano ocre verdoso, donde la hierba ralea y la tierra se va adueñando del espacio. 
Acebal de Garagüeta en Soria.

Ana Melero

Mi bosque animado
Siguiendo la senda que llevó a Hansen y Gretel a la casita de chocolate, penetro en el oscuro bosque donde el lobo feroz habita. Los verdes líquenes que parasitan los árboles me indican el norte. Unas veces soy Caperucita jugando al escondite entre las rocas que saltan riachuelos; otras me visto para matar, y montada en mi escoba esquivo las ponzoñosas espinas de las zarzas. No hay veredas claras en la espesura y el sol se difumina entre las copas para no despertar a Blancanieves de su envenenado sueño entre tamuja, helechos y margaritas. La manzana que causó el daño la recogió Eva produciendo con su gula la expulsión del paraíso. Allá camina desnuda y aterida arrastrando los pies por la hojarasca, mientras le llegan en sordina el lamento de sus hijos. Un gigante juega, camuflándose entre el follaje, a las escondidillas con un hada que, haciéndose la tonta, hace ver que no ve nada…
Rosa M.
Bosque
Fuente: http://www.lutjapon.com/los-bosques-en-el-japon/

Las hojas tapizan el suelo. La humedad se huele. El aire ligero acaricia mi piel. Mientras, mis pasos se amortiguan en las hojas yermas. Una lluvia leve cae a ratos, siento su presencia en mi cara.
Es un bosque hondo, denso, la luz se tamiza entre las ramas, siento su presencia, ahora me ofrece paz.
Atardece, en poco tiempo la luz se tornará en negrura y entonces me llenaré de inquietud. Aprieto los pasos mientras las currucas buscan cobijo. Poco a poco el silencio se cierne sobre el arbolado, y como Pulgarcito busco los guijarros que me lleven a casa. No los veo.
Nada más turbador que la noche aquí dentro. Detrás de cada árbol se esconde una amenaza.

José M. Rodríguez
                                                    
Un bosque especial

Dejando mi pueblo atrás (Codesal), cruzo la carretera y allí está, viendo pasar los siglos como testigo impasible de la historia, el roble centenario del cementerio (emblema de nuestro pueblo).
El grueso tronco sujeta los enormes brazos que componen la frondosa copa del roble. A sus pies, la era ofrece pasto para ovejas y cabras, mientras un pastor perezoso se dispone a disfrutar de un buen bocadillo de chorizo (muy típico de nuestra tierra).
La laguna, las escasas aguas cubiertas de diminutos nenúfares sirven de cobijo para las ranas que nos amenizan las noches de primavera y verano.
A la izquierda, un valle repleto de robles da sombra y cobijo a una gran variedad de setas, principalmente el boletus edulis, apreciado por su valor culinario. Los hongos cautelosos asoman sus coloridos sombreros entre la gran alfombra de hojas secas que cubre la cañada.
En toda la comarca, el roble común es el árbol más destacable. Su troco es rugoso, con una piel casi desquebrajada en la mayor parte de su vida. La copa se hace ancha irregular, con ramas tortuosas, nudosas y acodadas. Sus hojas son caducas, dentadas y acorazonadas, y proporcionan buena sombra para los pastos.
A la derecha, un serpenteante camino nos ofrece diferentes muestras de pequeñas especies de monte bajo y matorral, como la retama, con sus singulares flores papilionáceas amarillas. Subiendo un pequeño montículo, la vista se fija en un casi mágico mosaico de brezo, una planta de más o menos un metro de altura, muy ramosa, con flores de aspecto acampanado de color blanco o rosado morado. Tanto por sus colores como por sus olores, es imposible que al paseante le pase desapercibido.
Si giro la cabeza a la izquierda, puedo ver a lo largo del camino una robusta pared primitiva de piedra cubierta de musgo. Servía para resguardar un abanico de cultivos: trigo, cebada, remolacha, patatas y hortalizas. Los cuales eran el sustento para las personas y animales durante todo el año.
Concluyo mi paseo sentándome en una roca y contemplando la Sierra de la Culebra, que delimita España y Portugal. Justo frete a mí está Peña Mira, el pico más alto de toda la región. Desde allí podemos divisar la poblada fauna: ciervos, conejos, liebres, jabalíes y, con un poco de suerte, algún lobo, ya que estamos en la mayor reserva del lobo ibérico de la Península.
Bebo agua en la fuente del merendero, con la satisfacción de saber que el paseo ha merecido la pena.

Isabel Garrido 

domingo, 25 de marzo de 2012

VIII Concurso Literario Villa del Duero

Se ha abierto el plazo de presentación de trabajos para el VIII Concurso Literario Villa del Duero, este año con la inclusión de la modalidad de microrrelato, además de las dos tradicionales (relato y poesía). Prestad atención a las bases porque en esta ocasión hemos modificado algunas cosas. Podéis pulsar sobre la imagen para verlo con más nitidez.
Por otra parte, aquellas personas que decidáis enviar los textos por correo electrónico, no olvidéis incluir todos vuestros datos personales, de igual manera que si lo hacéis por la vía tradicional, es decir: nombre, apellidos, dirección, número de teléfono y grupo al que pertenecéis.




Agradecemos a todas las personas que año tras año hacéis posible que este certamen siga adelante: participantes de las diferentes zonas, miembros del jurado, compañeros de trabajo y, en esta ocasión, también al ilustrador Juan Luis López Anaya, quien nos ha cedido la magia de sus dibujos. 

Estamos preparando con muchísima ilusión la entrega de premios, que será el día 15 de junio en la Villa del Libro (Urueña). Os esperamos a todos allí para celebrar un curso regado con vuestras ganas de escribir, vuestro impulso por crear, la presencia de buenos escritores y los encuentros de cine y literatura. Este año de tantas incertidumbres es cuando más esperamos vuestros trabajos, porque hay mucho que decir y necesitamos de vuestras buenas ideas y palabras para seguir navegando.

jueves, 8 de marzo de 2012

Clío en un tiempo de arena



«El pasado solo es arena depositada en el globo inferior de un reloj. Tiempo de arena silenciosa y quieta, que solo tiene sentido si una mano la hace girar y le devuelve el movimiento». Inma Chacón. Tiempo de arena

Gracias por cada palabra, por cada gesto. GRACIAS.

Fotografía: María del Rosario Val

Fotografía: María del Rosario Val 














Fotografía: María del Rosario Val  
Diseño del cartel: Jesús Salviejo

Hace ya algunos años, las historiadoras Bonnie S. Anderson y Judith P. Zinser escribieron la magnífica y revolucionaria Historia de las mujeres. En esta obra pionera, las autoras llamaban la atención sobre el silencio y la invisibilidad que se cernía sobre el pasado de las mujeres, y extraían una conclusión urgente: «No puede haber igualdad cuando más de la mitad del género humano carece de historia (…). Conocer la historia de las mujeres cambia irrevocablemente la propia visión del pasado».

Es evidente que, tres décadas después del libro de Anderson y Zinser, la situación a este respecto ha cambiado mucho gracias a los trabajos de una nueva generación de jóvenes historiadores-as, que han encendido antorchas para iluminar el silencio. Sin embargo, aún quedan muchas parcelas oscuras por roturar. Y para ello contamos con dos herramientas imprescindibles: la investigación y la imaginación.

Investigación e imaginación que Inma Chacón utiliza con una extraordinaria soltura en su nueva novela, finalista del Premio Planeta 2011. Tiempo de arena nos adentra en la España de finales del siglo XIX y principios del XX. Una época convulsa y llena de expectativas de cambio, en la que las fuerzas de la modernidad y del progreso se enfrentaban a las del inmovilismo y el conservadurismo, en una larga partida que aún está en juego.
         
Cuatro mujeres son sus protagonistas, tres de ellas hermanas, que encarnan las diferentes actitudes de la mujer en la España del 98: Mariana, marquesa de Sotoñal, que representa la tradición más rancia e intolerante de nuestro país; Munda, inconformista, rebelde y luchadora; Alejandra, pasional y conciliadora, pero claramente comprometida con el nuevo tiempo que se está gestando, y María Francisca, hija de Mariana y víctima silenciosa del mundo mezquino que su madre construyó para ella. Esta última es la que desencadena la acción de la novela al revelar, en su lecho de muerte, que tiene dos hijos perdidos y desconocidos por todos. Un misterio de familia que se encargarán de intentar desvelar sus tías Munda y Alejandra, y que nos llevará, con continuos saltos en el tiempo narrativo, a profundizar en los distintos aspectos y en la condición de las mujeres españolas de esa época: en la lucha por los derechos que comenzaron a fraguarse a comienzos del siglo XX; en el nacimiento de un feminismo que luchaba por la consecución del voto de las mujeres; en sus reivindicaciones para acceder a la universidad; en las condiciones infames del trabajo de las mujeres en las fábricas; en el sometimiento a la autoridad del marido hasta para las cosas más nimias, como viajar en tren solas; en la influencia plomiza de la Iglesia en las conciencias femeninas, e incluso en la participación de las mujeres en las logias masónicas.

La novela de Inma hace visibles las manos de tantas mujeres que con sus deseos, sueños, luchas y sufrimientos se atrevieron a girar el reloj de arena. Y la historia ya nunca volverá a ser la misma.  
      
Nos vemos en La Seca el día 15 de marzo a las 18 h, en La Cilla. Allí nos espera Inma Chacón, el Tiempo de arena.
Javier Rodríguez

sábado, 25 de febrero de 2012

Estación claridad, vamos llegando

«Dicen que somos lo que recordamos. Soy lo que viví. Soy el bochorno, soy la bofetada de madre, soy el silencio, la espera, las palabras que nadie dice, la noche en blanco y los dibujos que hace la farola en la habitación [...]».

«Nada hace más ruido ni despista más que lo accesorio [...]».

Baruc en el río, de Rubén Abella


En el preciso instante de comenzar, se oscureció la tarde con una negrura agitada provocada por un trasgo. Pero llegó la luz acogiendo las resonancias de las palabras de Rubén Abella sobre los círculos de su vida y su vínculo con los libros.

«Para mí, leer y escribir es como respirar, algo inherente a mi existencia», nos dijo.
Y aparecieron Milán Kundera, Antonio Lobo Antunes, Faulkner, García Márquez, Gonzalo Torrente Ballester, McEwan, Philip Roth, Sandor Marai y tantos otros, amalgamados en el flujo sanguíneo de su narrativa.

Y así, poco a poco, casi de manera imperceptible, llegó la cascada de su pasión por la literatura. Su discurso nos permitió abrir ventanas, oteando el mundo del escritor que hay detrás de la ficción que hemos leído.

Igual que leyendo vamos reconociendo la verdad interior de cada uno, escuchamos las claves de la necesidad de alejarse para escribir sobre lo vivido. Nos habló de sus viajes, su disciplina en el oficio, su trabajo artesano con el que compone, reelaborando una y otra vez lo escrito. También habló de sus inquietudes, recuerdos y de las espirales de su vida que le han llevado a la calle Magallanes de Valladolid que le vio nacer.

Dijiste que la literatura era luz. Gracias, Rubén, y gracias a todos los que nos acompañasteis en una tarde en la que el invierno comenzó a acercarse al cambio de estación. Una tarde muy clarificadora que comenzó a oscuras. 

La vida y sus imprevistos que, como siempre, marcan la pauta de lo que sucede mientras lo planificamos. Y, como dice el autor en Baruc en el río: «Nada hace más ruido ni despista más que lo accesorio».

Muchísimas gracias a todo el mundo que colaboró y abrazó una visita preparada con mucha ilusión.

(Fotografías de José Manuel Rodríguez)

miércoles, 8 de febrero de 2012

'Baruc en el río'


En ocasiones anteriores hemos comentado la obra de Rubén Abella (Valladolid, 1967). Trabajamos sus micros en el taller de escritura y nos sumergimos en el río de Baruc arrastrados por su última novela y su cuidado uso del lenguaje. También hemos tenido la suerte de compartir mesa redonda en un curso que se desarrolló el pasado mes de julio en Urueña (La Villa del Libro) al hilo de los aspectos didácticos de los cuentos y la microficción.

En aquel debate surgió la posibilidad de que hiciera un «vuelo transoceánico» desde sus mundos literarios hasta este mar incierto. Y entre estas olas os dejamos algunos apuntes de su vida y su viaje por la literatura.

El próximo día 24 de febrero nos visita este escritor, licenciado en Filología Inglesa, que ha cursado estudios de posgrado en las universidades de Tulane (Nueva Orleans, Estados Unidos) y Adelaida (Australia), donde obtuvo un máster en Narrativa Moderna Norteamericana.

Rubén Abella compagina la escritura con la fotografía. Fruto de esta doble actividad artística es el proyecto Fábulas del lagarto verde, que combina la imagen y la palabra. Ha impartido clases, conferencias, cursos y talleres sobre diversas materias (creación narrativa, traducción literaria, lengua española, redacción, teoría literaria) en universidades de todo el mundo. Es profesor de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid y dirige la asignatura Literatura del siglo xx, del Máster de Narrativa de la Escuela de Escritores, también en Madrid.

Con su primera novela, La sombra del escapista, Premio Torrente Ballester (2002), representó a España en el Europäisches Festival des Debütromans (Festival Europeo de la Primera Novela).

No habría sido igual sin la lluvia, Premio Mario Vargas Llosa NH de Relatos (2007), está formado por un conjunto de microrrelatos cosmopolitas que condensan casi veinte años de viajes por el mundo.

El libro del amor esquivo, finalista del Premio Nadal (2009), es una novela de vidas cruzadas.

Los ojos de los peces, finalista del Premio Setenil (2011) y del Premio de la Crítica de Castilla y León (2011), su segundo libro de microrrelatos, propone un revelador viaje al centro del alma humana.

Baruc en el río es su tercera novela, y tuvimos el placer de asistir a su presentación en Valladolid.

Agosto de 1980. Mediodía. Tras una feliz mañana de pesca en el río, Baruc, un adolescente de quince años, tiene una inesperada disputa con su madre y se escapa de casa. A partir de ese instante la vida de su familia cambiará por completo. Narrada treinta años más tarde por su hermano menor, Baruc en el río es la historia de esa huida y de sus imprevisibles consecuencias. Una crónica compleja, de múltiples ángulos, cuidadosamente hilvanada con los testimonios de sus protagonistas. Por medio de un lenguaje exquisito, Rubén Abella nos sorprende con una conmovedora exploración del pasado en la que el amor y la culpa juegan un papel decisivo. Baruc en el río es una búsqueda. Un intento de salvar lo insalvable y evitar lo inevitable. Un lúcido espejo en el que mirarnos.




Os esperamos a todos, para disfrutar de las palabras de Rubén Abella, en el salón de actos del ayuntamiento de Tordesillas el día 24 de febrero a las 18 h. No faltéis.

domingo, 22 de enero de 2012

Sotavento



Fotografía:muertehermana.blogspot.com
El primer taller de escritura de 2012 comenzó retrocediendo. No se trataba del vértigo de la mirada sesgada al pasado ficticio que se idealiza; en ningún caso queremos volver atrás ni detenernos en el tiempo. Al contrario, se trataba de poner en marcha la maquinaria de nuevos proyectos mirando al futuro. 

Y, para dejar mecer las letras a ritmo acuático, decidimos practicar los procesos inversos tomando como punto de partida el sorprendente microrrelato de Manu Espada, incluido en su libro Zoom. Ciento y pico novelas a escala (Editorial Paréntesis), titulado de este modo:



Marcha atrás

Laura no está en la cama. Marino saca el brazo y pone la alarma del despertador a las siete de la mañana del día anterior. Se levanta y comienza a caminar de espaldas. Se viste y baja al garaje. Arranca el coche y conduce marcha atrás. A través del retrovisor, contempla cómo el sol sale por el oeste y vuelve a iluminar la carretera. Cuando llega al trabajo, el último compañero que queda se despide de él. La oficina comienza a llenarse de gente. El bullicio es ensordecedor. Marino deshace varias gestiones. Horas más tarde vomita la comida (intacta) al plato y vuelve al despacho, donde borra letra por letra varios mails. Cuando a amanece regresa sobre sus pasos y se va a casa. Discute con Laura, que amenaza con irse. Cuando se acuestan, él le asegura que pueden volver atrás, que estarían juntos otros diez años, hasta el momento en el que se conocieron, pero ella no le cree. Suena el despertador. Marino abre los ojos para comprobar si Laura se ha ido de su lado.  «oñirac, saíd soneuB», dice ella.

Estos son algunos de los textos que surgieron de la iniciativa, pequeños fragmentos escritos en menos de diez minutos con la inmediatez de los ejercicios que se proponen en el taller (junto con la elaboración de un periódico surrealista entre otras propuestas) y con las ganas de todos los tripulantes de este mar de incertidumbres, que se han puesto manos a la obra para que la cartografía marítima de 2012 impulse nuevas rutas de navegación. Cambiamos el rumbo para seguir navegando. Procesos inversos para mirar el futuro. Os dejamos con los textos.

Retrocediendo

Fin cinco capítulos, cuatro, tres, dos, uno. Prólogo. Título y abrí el libro, puesto todavía en la estantería. Un mes, dos meses más; Libro envuelto en papel de regalo. ¡Cumpleaños feliz!

Ana

El (des)encuentro

La sombra del ciprés se refleja en las nubes y tus pasos se van borrando del sendero perseguidos por un viento que inhala el polvo del camino. 

Te desabracé y la sonrisa se desdibujó de mi cara. Mientras, cierro los ojos para ver cómo te alejas sin dejar de mirarme…

Rosa M.

Despertar

Me despierto por la noche y desayuno. Llena de energía salgo a la calle, pero no puedo comprar porque todo está cerrado. Regreso a casa enfadada. Bueno, hoy no comeremos. Me siento hasta que sale el sol del día anterior. Tal vez así vuelva a encontrar la forma de conseguir algo. Trato de leer y escribir para pasar mejor el tiempo. Por fin llega la mañana y estoy muerta de sueño. Me acuesto, rendida, cuando sale el sol.


Paulina

Siembra inversa

El sol resplandeciente de la mañana refleja la tierra desnuda de doradas
espigas. A las nueve de la mañana del día anterior, se levanta, comienza a
caminar de espaldas, llega a la parcela y, poniendo la cosechadora marcha
atrás, contempla como lo cosechado el día anterior incomprensiblemente se
pone en pie de nuevo.

Llega a su hogar, macilento de tanto esfuerzo, expele la cena intacta al
plato y vuelve al trabajo. Las espigas, para su sorpresa, se han vuelto
verdes… Los pájaros entonan nuevos trinos mirando la luna.

Rodolfo pone el despertador a las seis de la mañana del día anterior y
desobedece todas las órdenes de su jefe. Se levanta en su cosechadora y
arranca las hermosas simientes, que, orgullosas de haber pasado un
estío agotador, decidieron retornar a la tierra y resguardarse de las
frías noches de invierno, un poco confusas con tanto desorden…


Isabel


Cambio de vida

El día que quise cambiar de vida, comencé a vestirme por los pies. Pensé que si hasta entonces lo habitual no me había servido en mi propósito, debía hacer algo diferente para cambiar las cosas, así que me tumbé en la cama, me puse los calcetines y los zapatos, después probé a ponerme los pantalones y posteriormente me coloqué el jersey que no había pensado llevar. Lo más difícil fue ponerme el sujetador después de estar totalmente vestida, pero al cabo de unos cuantos intentos lo conseguí.

Me quedé un rato allí tumbada, sin pensar, con la mente en blanco. Me metí de nuevo entre las sábanas y me quedé dormida hasta el anochecer.

Alicia


Última cana

Aquella era su última cana. Había estado mirándola con embeleso durante tres días seguidos. Poco a poco fue menguando. Su largura no era como la del resto de sus cabellos. Empezó a encoger hasta quedar algo parecido a una antena inhiesta saliendo de su cabeza. Pero, por último, acabó por desaparecer definitivamente, como si el cuero cabelludo se la hubiera tragado.

Había tenido una melena blanca, casi de algodón, que se fue oscureciendo día tras día, año tras año, quedando solo unos resquicios, y este fue el último. Casualidades de la vida, hoy soplaba veintiuna velas. Hace un año había soplado veintidós.

Elena


Fundido

Querido Negro:

De repente, un fundido en negro. Ariadna se aferra al cordón y comienza a dar pasos con la mirada fija en lo negro. El cordón tira de ella. Da dos, tres, cuatro... galaxias de pasos. Todo lo ve, con todos tropieza al final hasta que llega al principio, donde solo está ella con un trocito de cordón. A un lado, su barriga; al otro lado, un agujero negro.


Silvia


Anocheció

Amaneció, pero yo cerré los ojos y seguí durmiendo hasta que fue ayer. Ya despierta, tras una cena copiosa, llena de amigos, vino una merienda con sorpresas. Comimos al aire libre. Después del desayuno, la noche. Con la ayuda de la valeriana, dormí mucho, tanto que cuando me desperté me puse a jugar a la tanga.

Teresa

Este es el mar en 2012: desaprendiendo palabras para inventar otras. Nos vemos en el próximo taller o entre las olas.


lunes, 19 de diciembre de 2011

Abarloados


Fuente:http://islakokotero.blogsome.com/2010/10/03/itaca-por-kavafis/
Dentro de unas semanas finaliza este año 2011. A lo largo de estos meses, varios han sido los escritores y escritoras que hemos trabajado en el marco del proyecto Mar de Incertidumbres. Concretamente, en el primer trimestre de este curso que termina con el año, ha sido la vida y obra de la canadiense Alice Munro, quien nos ha tenido ocupados con tres de sus libros: Demasiada felicidad, Escapada y El amor de una mujer generosa. Os dejamos como regalo navideño una entrevista a esta escritora, que ha sido traducida por los alumnos de los grupos de inglés, quienes completan la flota abarloada.


Que disfrutéis estos días. Desde aquí estaremos a son de mar, preparando las actividades de este nuevo año que va a comenzar, con la ilusión de aprender del viaje, como el de Kavafis hacia Ítaca.

Una conversación con Alice Munro

Cuando se publicó la colección de historias cortas ganadora del premio National Book Critics, de Alice Munro, El amor de una mujer generosa, tuvimos la oportunidad de sentarnos y charlar con ella. El resultado fue un rápido vistazo a la mente de un maestro al tiempo que conocimos sus influencias y su gusto por el relato corto. Incluso nos dio pequeños consejos para escribir.

¿Qué le empuja a escribir relatos cortos en lugar de novelas? ¿Qué le permiten los relatos cortos que quizá no le permiten las novelas?


Yo no pienso en una forma en particular, creo más en la ficción, digamos en una obra de ficción. ¿Qué es lo que quiero hacer? Quiero contar una historia, a la manera antigua, es decir, algo le pasa a alguien. Quiero que el lector sienta algo que sea impresionante, no en el «qué ocurre», sino en la forma en que todo ocurre. Esta ficción larga en relato corto es la mejor forma para mí.

¿De dónde saca una idea para una historia o para un determinado personaje?


A veces el comienzo de un relato viene por un recuerdo, una anécdota, pero eso se pierde y acaba siendo normalmente irreconocible en el relato final.


¿Cuáles son sus hábitos a la hora de escribir? ¿Utiliza ordenador? ¿Escribe todos los días? ¿Por la mañana o por la noche? ¿Cuánto tarda en completar un relato?


Llevo utilizando el ordenador un año (tardo mucho en adoptar cualquier oferta tecnológica; por ejemplo, todavía no tengo microondas), pero hago uno o dos borradores a mano antes de ponerme al teclado. Un relato puede estar listo en dos meses, de principio a fin, y listo, pero eso es raro. Lo más probable son seis u ocho meses, muchos cambios, direcciones equivocadas y algo de desesperación. Escribo todos los días, a menos que sea imposible, y comienzo a escribir en cuanto me levanto y hago el café. Trato de sacar dos o tres horas antes de que la vida real me impida escribir.


¿Qué consejo le daría a los escritores jóvenes?


No es posible aconsejar a los escritores jóvenes porque cada joven escritor es diferente. Se le podría decir: «Lee», pero un escritor puede leer mucho y sentirse paralizado. O se le puede decir: «No leas, no pienses, simplemente escribe», y el resultado podría ser un montón de basura. Si vas a ser escritor probablemente tendrás muchos cambios de dirección y por fin un día terminarás escribiendo algo que tenías que escribir, luego lo irás mejorando. Y cuando te hagas mayor pensarás: «Debe de haber otras cosas que hace la gente», pero ya no serás capaz de dejarlo.

¿Qué escritores le han influenciado más y a quién le gusta leer?


Cuando era joven fue Eudora Welty, Carson McCullers, Katherine Anne Porter, Flannery O'Connor, James Agee. Después, Updike, Cheever y especialmente y siempre William Maxwell. También Willian Trevor, Edna O'Brien, Richard Ford. Podría decir que estas son mis influencias. Hay docenas de otros escritores que me gusta leer. Mi último descubrimiento es un escritor holandés: Cees Nooteboom. Odio hacer listas como esta porque me estaré dejando fuera a alguien maravilloso.


Cynthia Ozick la ha llamado «nuestra Chejov». ¿Cómo le hace sentirse esa comparación?

He releído mucho recientemente a Chejov y es una experiencia de humildad. Ni siquiera cito a Chejov como influencia porque él nos ha influenciado a todos. Como Shakespeare, su escritura tiene la luz más perfecta. Bueno, claro, ¡cómo no me iba a gustar!


Muchos críticos la han elogiado por ser capaz de crear toda una vida en una página. ¿Cómo consigue esa hazaña?


Siempre tengo que conocer a los personajes en profundidad (qué ropa elijen, cómo eran en el colegio, etc.). Y sé lo que ocurrió antes y lo que ocurrirá después.


La mayoría de sus historias no ocurren muy lejos de casa, de su Ontario natal. ¿Qué le hace al lugar donde usted vive una tierra tan fértil para tantas y tan diferentes historias?


No me considero de ninguna manera una intérprete del Ontario rural donde vivo. Creo que quizá una de las ventajas de vivir aquí es que conoces más tipos de personas de las que conocería en una comunidad más grande. Me encanta el paisaje, no como un decoradosino como algo conocido íntimamente. También el clima, los pueblos, las ciudades, no en sus aspectos pintorescos, sino en todas sus fases. Sin embargo, las experiencias humanas no me parecen diferentes, excepto en formas bastante superficiales, no importan las costumbres o el entorno.

¿Hay algún relato o relatos a los que tenga un cariño especial?


La historia que más me gusta es el relato que estoy tratando de escribir en el momento y, a continuación, los relatos que acabo de escribir. En mi nuevo libro me gustan mucho «Save the Reaper» y «El sueño de mi madre». Entre los antiguos, me gustan mucho «Progreso de amor»«Cena del Día del Trabajo» y «Arrastrada». Y muchos otros, en realidad.